La Mirmecología, ciencia que estudia las hormigas, nos dice que existen unas 15000 variedades de estos himenópteros.
A lo largo de la evolución de las especies se han manifestado como unos insectos sociales (como las abejas o las avispas) de lo más exitosos.
Tanto así como para abarcar su presencia casi todo el planeta y constituirse en un porcentaje impresionante de la biomasa de los animales terrestres.
Es prácticamente imposible encontrar espacios ocupados por el ser humano que no cuente con la presencia de las hormigas.
Entre ellos nuestras casas, jardines, huertas y demás. Normalmente las asociamos casi exclusivamente con los problemas que causan, pero en muchos casos trabajamos con ellas, o nos beneficiamos de su trabajo.
En algunos rincones del planeta se pueden ver hormigueros protegidos por el hombre, (bosques de coníferas) cuya destrucción está penada por la ley, ya que las hormigas que en ellos viven cumplen con la función de atacar a las congéneres que atacan a su vez los árboles, causando grandes pérdidas económicas y ecológicas.
No obstante estos aspectos positivos en nuestra relación con las hormigas, los dolores de cabeza que nos causan al invadir nuestras casas y alterar nuestra normalidad hogareña nos dan un argumento para decidirnos a entablar un combate contra estas cuando se convierten en plaga.
El universo de productos químicos que tenemos a disposición para mantenerlas a raya es francamente impresionante.
Cada uno de los insecticidas deben ser apropiados a la especie que queremos combatir y su preparación y uso debe ser estrictamente de acuerdo a las recomendaciones de los proveedores.
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