MARGARITAS Y AMAPOLAS

Un prado de estas flores es sinónimo de primavera que puede recrearse en un sector del parque, gracias a que por forma y por color pueden convivir en armonía.

Amapola
(Papaver rhoeas). Anual y de rápido desarrollo, mide unos 60 cm de altura y 30 cm de ancho. Presenta flores coloradas, rosadas, salmón y blanco.





Algunas tienen manchas oscuras en la base de los pétalos. Esta, la más versátil de las amapolas, necesita sol, suelo bien drenado y soporta temperaturas muy bajas y suelos pobres. Se multiplica por semillas. La siembra debe ser de asiento, porque no toleran los transplantes. La mejor época es a principios de primavera en los sitios fríos, y en otoño en los lugares donde las heladas invernales no son pronunciadas.

Amapola oriental
(Papaver orientalis). Planta perenne y robusta, con flores
muy grandes. Su follaje verde es finamente lobulado. Las flores
pueden ser coloradas, rosas o naranjas. Alcanza hasta 1 m
de altura y un diámetro cercano a los 60 cm. Soportan
un suelo más pesado que las comunes, siempre que no
se encharque. Se cultiva al sol y en suelos bien drenados.
Se da muy bien en zonas frías y tolera temperaturas
de alrededor de -15°.

Gazania R
(Gazania x hybrida). Especie perenne que alcanza 25 cm de
altura y unos 30 cm de diámetro. Da flores con forma de margaritas,
de colores que van del rojo al amarillo y sus tonos intermedios.
Florecen gran parte del año y se abren al sol. Resisten poco
las heladas prolongadas. Se multiplican por división de matas.

Papaver sp.
Híbrido de flores naranja claro, de 30 cm de altura y 25 cm
de diámetro. Planta perenne que se resiembra sola. Hay que ubicarla
al sol y en un suelo fértil y bien drenado.

Margarita africana
o dimorfoteca
(Dimorphoteca aurantiaca). Planta perenne que llega a los 40 cm de alto y de diámetro. Florece principalmente en primavera y cuando disminuyen los grandes calores, a fin de verano. Tiene flores blanco azuladas o rosa violáceo. Se multiplican por gajos en verano.

Coreopsis
(Coreopsis grandiflora). Planta perenne de 70 a 45 cm de altura por 30 de diámetro. Produce flores amarillas similares a las margaritas durante la primavera y verano. Necesita sol, suelo fértil y bien drenado, y tolera temperaturas muy bajas. Se reproduce por división de matas o semillas.

Margarita
(Leucanthemum vulgare). Son las clásicas margaritas herbáceas, con flores blancas y amarillas. Son plantas perennes, que muchas veces se tratan como anuales, que alcanzan una altura de 25 a 50 cm y un diámetro de alrededor de 15 cm. Se resiembran espontáneamente y prefieren una ubicación soleada y un suelo con buen drenaje.

Papaver somniferum
Anual y de rápido crecimiento, sus flores son coloradas, rosas o blancas y simples o dobles. El follaje es verde grisáceo. Por su contenido de alcaloides su cultivo está restringido en nuestro país a fines medicinales.

Arctotis
(Arctotis sp.). Planta perenne de flores amarillas, color crema y naranja. No resiste las heladas, necesita sol y un suelo liviano. Se reproduce por semillas o gajos en verano y otoño.

LAS OTRAS MARGARITAS
Además de las auténticas margaritas existen numerosas especies que
también pertenecen a la familia de las Asteráceas (antes llamada de
las Compuestas), con flores similares y una buena gama de colores.
Gran parte de ellas son perennes, como las gazanias, las arctotis
y las osteospermun que se consiguen fácilmente en viveros. Ofrecen
la ventaja de cubrir todo el año el terreno con su follaje y son adecuadas
para formar junto a las amapolas pequeños rincones con un toque silvestre.
En este caso se necesita suelo medianamente fértil, liviano, con buen
drenaje y una buena exposición solar. En el momento de plantar los
macizos, las plantas perennes se separan un par de centímetros más
que lo habitual y entre ellas se dispersan semillas de amapolas. También
quedan bien asociadas, sin entremezclarse, en manchones próximos.


UN PRADO SILVESTRE
Un típico prado de primavera se puede crear con amapolas (Papaver rhoeas) y margaritas comunes (Leucanthemun vulgare). Ambas requieren un lugar abierto y soleado y un suelo liviano, con tendencia arenosa. Paradójicamente, para instalar un prado de este tipo es mejor que la tierra sea poco fértil, porque si la fertilidad es alta los yuyos avanzan rápidamente antes que crezcan las plantitas sembradas y pueden ahogarlas.
Una vez elegido el sitio del emplazamiento, hay que comenzar a prepararlo con bastante antelación a la siembra. Si hay césped, hay que empezar un año antes a cortarlo seguido, eliminando los restos para que la fertilidad del suelo decaiga. Si fuera necesario habrá que destruir malezas de hojas anchas, como el diente de león. Luego se trabaja la tierra dejándola bien desmenuzada para la siembra.
La época de cultivo adecuada para zonas con inviernos poco rigurosos o con heladas leves es el principio de otoño. En lugares más fríos se realiza a principio de primavera. Llegado el momento se mezclan las semillas de ambas especies y se les agrega arena fina o harina, para poder controlar la uniformidad de la distribución. Se siembra al voleo, en forma rala, aproximadamente a razón de unos 3 gramos por metro cuadrado de terreno.
Las plantas crecerán y luego de florecer dispersarán sus semillas en el lugar. Ambas especies se resiembran solas. Luego de unas cuatro semanas después de terminada la floración, se guadaña el prado y se sigue cortando el pasto hasta el otoño. En ese momento se detienen las labores para dejar que broten espontáneamente las nuevas plantitas.
fuente: parati.com.ar

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